Las generaciones más formadas se encuentran con amplios problemas para acceder a su primer empleo y encontrar una estabilidad laboral.
No es justo, no es justo cuando una generación de personas altamente comprometidas, desvividas y formadas se ve lampando ante una bolsa de oposiciones que no corre, no baja y se en tapona por la falta de plazas. Cuando constantemente adaptan su currículum para no tener una respuesta. Cuando no te caben más títulos, ni conocimiento, pero te falta una experiencia que nadie te quiere dar.
Hace años que nos vendieron que cuanto más estudiásemos mejores seríamos, nos vendieron que sin carrera no seriamos nadie y sin unos mínimos, no conseguiríamos nada. Nos decían que, ¿qué preferíamos si tener el futuro en nuestras manos? o que, ¿el futuro nos llevara a nosotros al campo, viviendo desamparados, pasando calor o frío? Lo consiguieron, somos la generación más cualificada y preparada de la Historia, e incluso no dudo que vendrán mejores, pero, ¿para qué?
Mire a su alrededor, hoy conozco a una generación frustrada, una generación de “ninis” a los que ya no les queda más por aprender y tampoco tienen donde trabajar. Una generación que a los 30 no encuentra una estabilidad, porque pese a todos los estudios, largas prácticas y noches interminables frente a un ordenador, becas mal pagadas e infinidad de exámenes, no cuentan con la experiencia suficiente que requieren las empresas.
Miseras ofertas de empleo, buscando que las grandes compañías que se aprovechan de ellos se fijen realmente en su valía, constancia y esfuerzo, en lo que hay detrás de ese hombre o esa mujer que lleva formándose desde que tiene uso de razón, para poder conseguir el trabajo de sus sueños y alcanzar sus metas en la vida.
Cientos de plataformas al día revisadas, miles de oferta de trabajo solicitadas, currículums adaptados a cada una de las ofertas de empleo, ilusiones puestas en esas ofertas, porque sabes que tu perfil encaja en el puesto y eso lo harías al “dedillo”. ¿Para qué?, para que después de escribir el correo con motivación y tus mejores deseos, después de llenarte de esperanzas y ganas, ni se dignen a contestar, ni se dignen a agradecer, ni avisen de que la plaza está cubierta, o a dar simplemente las gracias por el interés.
¿Sabe usted señor o señora que está al otro lado, las ganas que tengo de trabajar, la iniciativa, la ilusión o la esperanza en cada una de las cartas de motivación, las ilusiones e incluso los pequeños proyectos que le presentaría? No lo sabe, y posiblemente haya pasado usted por mi situación, pero no lo recuerda porque es fácil olvidar cuando se alcanza la meta.
Y lo peor de todo son los titulares, “El paro aumente y en su mayoría son jóvenes”, “El número de ninis asciende”, “La natalidad cae en picada, los jóvenes prefieren tener perros a niños”
¿Saben ustedes el ritmo de vida frenético y surrealista que llevamos? ¿Saben ustedes que, hasta hace unos años, a los 30 se podía contar con una media de ahorro de unos 30.000€ y a día de hoy mucha gente de entre 25 y 30 años, aún no ha cotizado más de un año seguido? ¿Sabe usted que la mayoría siguen viviendo con sus padres?, y puedo asegurar que no por gusto. Y así podría continuar, con una sucesión de ¿sabe usted…?, que no va acabar, que usted no va a solucionar porque seguramente siga pensando que los jóvenes son irresponsables, que quieren vivir sin darle un palo al agua y “del cuento”, y no niego que no los haya, pero la mayoría son de una forma diferente.
¿Sabe usted que solucionaría esto?
Más puestos de trabajo, menos funcionarios acomodados, más inversión privada, etc., etc. Pero ante todo más ilusión, más esperanza y más realidad. No vendamos que por ser ingeniero va a tener el trabajo de su vida, si no es consciente de que habrá días que este más de doce horas en el trabajo. No les venda a los jóvenes que estudiar magisterio tienen salidas, para que después llegue a unas oposiciones y con un pedazo de nota se quede estancado en una bolsa que no avanza. No les vendan a los jóvenes que sean médicos, cuando les quedarán residencia, mir y horas eternas de guardia.
Y así podría seguir con todas las profesiones, vendan la auténtica realidad y al menos podremos agradecer las cosas, vendan que “somos de las generaciones más formadas, pero nos quieren hacer creer que no servimos para nada”.
Rocío Pilar Maestre Márquez
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