Así dio comienzo el fin de semana más esperado. Cinco meses esperan… espera, ¿qué hablo de cinco meses? ¡Dos años! Podéis imaginar la ilusión y las ganas con las que llegamos al Gran Teatro de Huelva. Cierto es que no todo fue tal y cómo pensábamos, hubo más problemas de los previstos y casi ni conseguimos cantar, pero, ¡oye! ¿qué sería de este grupo sin imprevistos y sin su poquita de desorganización? ¿Una comparsa seria? ¡Tes quié í ya!

En fin, Huelva y debutantes, que no es lo mismo que principiantes. Conseguimos llegar a tiempo y, al menos, cantar y disfrutar. Quizás el año que viene nos de por pasar, pero nuestra esencia de quedar últimos siempre nos tirará.

Y llegó el sábado, nuestro estreno en casa. Convivencia con la comparsa de Villalba y Paterna, pasacalles por la calle Real y ratito de camerino donde siempre hay poco vino dulce (¡chiquillo, compra una botellita más!).

De nuevo: ¡Va telón! Y ahí nos vemos, frente a frente con nuestra gente, con nuestro repertorio palmerino en una nueva puesta en escena (todavía a alguno le tengo que explicar que no es la verdadera calle de La Palma). Suena la presentación, los pasodobles y los cuplés, me sacan al escenario (con todas sus castas) y llega el popurrí. Se escuchan a algunos componentes “vamos a disfrutar que esto se acaba ya”.

Y es cierto, es una pena que se acabe tan pronto, meses de ensayo y preparación para apenas 30 minutos en el teatro, ¿no sería más bonito que hubiera más sesiones? No sé, quizás un festival a nivel del condado, llámenme loco.
Pero es lo que tiene el carnaval, que siempre sabe a poco, que llega y se va, pero sus coplas quedan ahí para que suenen en una barbacoa, en un corrillo de amigos en verano en la playa o en la puerta de una iglesia cuando salen los novios (por favor, absténganse en la mía).

Y es que ha sido un fin de semana especial, atípico para los tiempos que corren, pero necesario. La calle necesitaba hablar y hacerse transparente, y el pueblo precisaba de carnaval al igual que un servidor de su pueblo. Quedan más actuaciones por delante en las que no estaré presente, Lisboa me reclama, pero tengo claro que, pese a las circunstancias, los palos y las dificultades, mi gente luchará para que siempre suene carnaval.

Y pongan más vino dulce en camerinos, por favor.

Autor: Víctor Castizo Morales

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