Más de 400 años va caminando la Antigua
Los rocieros de La Palma, días previos al Jueves de Salida, viven con sensatez un Rocío de Esperanza, Rocío en el que la Blanca Paloma bajará a repartir el Espíritu Santo un Pentecostés más.
Como dice la sevillana “Más de 400 años va caminando la antigua”, pues la Palma lleva cuatro siglos de tradición, caminando a las Plantas de la Patrona Almonteña. De hecho, es la tercera Hermandad Filial de las 125 existentes hasta 2021 y en su historia data de ser una de las más importantes y cercanas a la Matriz, ademásde su cercanía tanto a La Virgen como al Pastorcito.
Una carreta de plata y un Simpecado dorado, donde una Virgen regalando amores es la guía del palmerino hasta sus plantas, cuando el jueves muy de mañana, pues a eso de las 06:00 comienzan a sonar los cohetes anunciadores, se emprende el camino hacia la aldea tras la Misa de Romeros.
Una despedida a la Patrona, la Virgen del Valle, para que sea vigía del pueblo, y una parada obligada en la Placita del Rocío, donde Antonio gira los bueyes ante el monumento y con pena se despiden aquellos que no podrán acompañarla.
Suenan las campanillas de la carreta en el Camino de los Llanos y una marea humana rodea al que un día describirían como el «palio de las arenas». Una vez que la noche caiga, y tras la dureza de las parcelas, suenan cohetes al aire La Palma está en el Rocío, y la calle Villamanrique aguarda su momento soñado, el paso de la Hermandad, del pueblo, del fervor y el señorío que porta su Simpecado reflejo de siglos vividos que llevan consigo La Palma del Condado, su Simpecado y peregrinos.
Mañana de Presentación, relucen los Ángeles de Plata de mi Carreta, bajo el sol de la primavera, cuando a eso de media mañana La Palma aguarde la fila para postrar el amor de un pueblo ante la Blanca Paloma. Día de emociones, de vivencias y Hermandad, día de los que se fueron, de los que llegaron y de los que no han podido peregrinar.
Una Misa Pontifical, una Madre que aguarda llena de amores, 125 rosas que la veneran ese Domingo de Pentecostés en el que su Hijo bajo en forma de Paloma para repartir Espíritu Santo. Y cuándo el calor de la primavera haya cesado y la brisa marismeña comience a revivir, Rosario se hará la Aldea.
Bendita esa Madrugá, La Palma le rezará, repicarán las campanas y guapa le gritarán. Y así como si la vida se fuese en un suspiro la Madre de Dios a hombros de sus hijos La Palma visitará, llena de amor y gozó al pueblo palmerino embriagará y cuando todo pase solo quedará rezar para que la cuenta atrás rápido vuelva a pasar.
Y así, haciendo nuevas cuentas, el palmerino regresará, pues como dice la plegaria que un día Quevedo quiso plasmar, «Yo volveré, pues es mi destino estar contigo al llegar Pentecostés, Rocío».
Y así, inundados de recuerdos y con el nombre de Rocío en sus labios, los rocieros palmerinos vivirán un Rocío lleno de fe y devoción al lado de sus titulares y venerando a María Santísima en su advocación de Rocío, acrecentando la fe y manteniendo viva la tradición de un pueblo que hace siglos comenzó a caminar. ¡Feliz Rocío de Esperanza!
Caminan con paso lento, marca el compás el boyero, siempre junto al Simpecado, caminan por ti Rocío, es La Palma del Condado.
Fotos: José María Pichardo y David Limón
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