Esperanza Martínez Jiménez, doctoranda en Comunicación por la Universidad de Sevilla, «La verdad tras las palabras».

España, 24 de abril de 2024. El país vuelve a presenciar una maniobra estratégica por parte del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en los convulsos tiempos de nuestra política nacional. Ayer, los españoles nos enteramos vía X (antigua red social Twitter), que el presidente se sentía en la obligación moral de replantearse su futuro al mando de la nación por amor. Y es que, pocas horas antes, se dio a conocer la noticia de que su esposa, Begoña Gómez, finalmente tiene abierta una causa judicial por su supuesta colaboración en la trama de corrupción y tráfico de influencias derivada del “Caso Koldo” que aconteció durante la pandemia de la COVID-19 .

Tras varias semanas en las que el Gobierno ha estado intentando que la Fiscalía General del Estado no arremetiera contra la esposa del Presidente mediante diversas vías como la de intentar incriminar, sin éxito alguno, al novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un caso de malversación de fondos, la última maniobra que le quedaba al Presidente para intentar salvaguardar la imagen tanto de su mujer como la suya propia, ha sido la de escribir una carta en la que denunciaba la “campaña de acoso y derribo” que su mujer, de la que declara estar profundamente enamorado, está sufriendo a causa de la asociación “ultraderechista” Manos Limpias, impulsada supuestamente por PP y VOX.

Y es que, el Presidente ha decidido cancelar su agenda para “reflexionar” sobre su futuro como Jefe del Gobierno español. Sin embargo, personalmente me planteo una serie de cuestiones escondidas sobre la verdad tras esas palabras. Si bien sólo soy una doctoranda de la Universidad de Sevilla, un pollito que acaba de nacer en cuestión de conocimiento sobre la comunicación propagandística y política, sí es cierto que tras ver y leer las diferentes opiniones en varios medios, una tiene para reflexionar. Remontémonos al primer gobierno de Pedro Sánchez allá en 2019 tras la Moción de Censura contra Mariano Rajoy. Si bien es cierto que la situación política con ese gobierno del PP ya estaba cruda, el ascenso mediante el uso de esa herramienta democrática con unos apoyos tan antagónicos a lo que fue el PSOE de Pablo Iglesias o, más recientemente, de Felipe González, se veía un poco turbio.

Un gobierno no elegido por el pueblo, un gobierno que aprovechó la pandemia para gobernar por decretos-ley gracias a los estados de alarmas prolongados que ellos mismos aprobaron (en vez de contar con el resto de partidos democráticos representados en la Cámara Baja), un gobierno que aprobó una ley que dejó fuera a miles de violadores y asesinos en la calle, y más recientemente, un gobierno con un Presidente que se va a hacer una gira por Europa buscando, en nombre de todos los españoles (sin consentimiento previo por los mismos), apoyos para que Palestina se convierta en un Estado (sin éxito tampoco, por cierto). Mientras que en España, cada vez se ve más sumida en la pobreza, con sueldos muy bajos ante el incremento de impuestos, con jóvenes con cada vez más problemas psicológicos y económicos por la falta de empleo en lo que han estudiado y, cada vez más, una población envejecida o con más perros que hijos porque son más fáciles de mantener que una criatura.

Un gobierno del PSOE de Sánchez, hostigado por socios independentistas que quieren separarse de España cobrando una compensación o amnistiando a políticos prófugos o, lo que es peor, a etarras que mataron a compañeros de su propio partido desde los años 80. Un gobierno que ha lanzado bombas de humo propagandísticas para que la población no haga caso a lo verdaderamente importante, la situación político-económica-social de España con respecto al resto del mundo y con respecto a sí misma. Ahora, que no le quedan más balas que disparar, porque el comodín de Franco ya le quedaba un poco en desuso ante la malversación de la que se le acusa a su mujer, Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno, decide retirarse de la política durante unos días y replantearse su futuro. Si se analizan todos los hechos que he expuesto aquí (y los que no, también) en profundidad y no a la ligera, diría que estamos viviendo el “suicidio asistido” de Sánchez.

En su carta, el Presidente ha jugado su carta de “protagonista de novela” típica de las telenovelas en la que él se sacrifica por ella. Esto no es nuevo. Ya el autor Joshep Campbell en su libro El Viaje del Héroe (1990) relata cómo desde, por lo menos los antiguos Griegos, la humanidad ha necesitado de este tipo de historias y estrategias para poder sobrevivir a lo desconocido. Es curioso como en su carta, Sánchez nombra al famoso Umberto Eco, para atacar a sus contrincantes políticos y tacharlos poco menos que de maquiavélicos, en su intento por quedar como el héroe de la historia. Sin embargo, no sabe que, o aparenta no saber, que el propio Eco en su Apocalípticos e Integrados (1964), establece un proceso de análisis por el cual, desde dentro de un sistema (integrados) es desde donde pueden partir los mejores cambios para el mismo. O, tal y como apoyaban los anarquistas, un sistema se ha de detonar desde dentro para que tenga efecto el cambio.

Así pues, desde mi humilde y recién nacida perspectiva como investigadora del fascinante mundo de la comunicación política y la propaganda creo que, el último movimiento de Pedro Sánchez es el preludio de unas nuevas elecciones que, si ustedes han visto o han leído el libro de Suzanne Collins, En Llamas (2009), sabrán que, al igual que hizo Peeta Mellark al anunciar el embarazo de Katniss Everdeen ante la audiencia del Capitolio, sólo hará que sus votantes clásicos, simpatizantes o indecisos acaben renombrándolo Presidente, sin tener que depender, de lo que me da a mi la sensación, que son “parásitos” en su gobierno soñado. Se verá todo en los próximos meses, pero hasta entonces, sólo nos queda ver el siguiente movimiento de Sánchez el próximo 29 de abril de 2024.

Esperanza Martínez Jiménez, doctoranda en Comunicación por la Universidad de Sevilla.

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