Marzo, se va notando cómo las tardes se alargan y el sol calienta las terrazas que poco a poco se van llenando de vida y alegría. Y es que, quieras o no, los andaluces sabemos que, como se vive la primavera aquí, no se vive en ningún lado.

No quiero caer en los tópicos de siempre de carnavales, semana santa, romerías y un sinfín de fiestas inacabables desde ahora hasta… ¿septiembre? Tampoco quiero presumir de clima, comidas ni ambientes típicos de estas fechas, ya todo el mundo lo conoce y quién no, que venga y lo viva en persona. Y si no quiere venir, pues «a más jamón tocamos».

Andalucía en primavera desde la distancia no solamente se echa de menos, se echa mucho en falta. Ves por el móvil a tu gente disfrutando de nuestras costumbres, las mismas que a ti te dan vida, y eso que no estoy viviendo en una ciudad precisamente gris, pero un poco de envidia sí que me da. Pero como cualquier otro andaluz emigrante, intento traerme un poco de mi tierra a este lugar y mostrar mi forma de vida, aunque dónde se ponga el jamón que no me hablen de presunto.

Dejando la nostalgia atrás, que no estamos para más penas (suficiente ya con los precios de la luz, gasolina y demás), admito que, si algo echo en falta de mi tierra en estos días no es la fiesta, a pesar de llevar dos años sin disfrutarlas. Hay cosas que están por delante y que aún no hemos sido capaces de darle la importancia que tienen, de anteponerlas a las fiestas y luchar por erradicarlas. Por citar algunas de ellas, seguimos estando a la cola del paro juvenil (además de a niveles generales), continuamos manteniendo una de las mayores tasas de pobreza del país, nos siguen subiendo más y más el coste de vida, y un largo etcétera vergonzoso que pasa inadvertido y por lo que veo a mi pueblo cada vez más pisoteado. Pero, ¡oye! ¡Tenemos los pasos en la calle y las verbenas montadas! ¡No os quejéis más! Si queréis fiestas, tendremos que pagarlas de alguna manera, digo yo.

En fin, echo mucho de menos mi tierra y vivir sus fiestas, pero disfrutaría más si, por una vez, los andaluces volviéramos a ser lo que fuimos y luchásemos antes por nuestra dignidad que por los trajes de luces. Andalucía es mi tierra, yo soy del sur, pero de esa parte del sur que no agacha la cabeza cual sumiso, del sur que pide más decencia y menos clemencia, en definitiva, del sur que no reniega de su idiosincrasia pero que, a la vez, no se conforma con «salir del paso».

Que no se enfaden mis amigos portugueses con lo del presunto, que en una «convidá» me da lo mismo uno u otro (o no).

Por: Víctor Castizo Morales

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