“Un Cristo de Burgos devoción de un pueblo, en el que Semana Santa es sinónimo de Jueves Santo, silencio y oración para cumplir con la penitencia que hace años vivió el Señor”
Cuarenta días antes de conmemorar la entrada en Jerusalén de Jesús, comienza la cuaresma, época de vital importancia en el pueblo de Chucena, rincón que colinda con la provincia de Sevilla y pertenece a Huelva, lleno de fe y sentimiento cofrade, que vive con intensidad la pasión, muerte y resurrección del Señor y su preparación para ellas.
La Parroquia de la Estrella acoge a los Titulares de la Hermandad de Penitencia del municipio, y es dónde se celebran su Quinario y Exaltación durante la cuaresma, al Señor le acompañan la Virgen de los Dolores y María Magdalena.
Fervorosa Hermandad de Nazarenos del Stmo. Cristo de Burgos, Ntra. Sra. de los Dolores, Santa María Magdalena y Santa Ángela de la Cruz. Chucena, que este año vive una Semana Santa atípica pero llena de fe y devoción. Los chuceneros han echado de menos el Viernes de Dolores, pues el Cristo de Burgos no ha paseado por las calles encaladas de un pueblo con corazones abiertos a una nueva Semana Santa.
La capilla si se ha preparado y el Cristo de Burgos ha portado las potencias de plata de ley datadas a finales del siglo XVII, principios del siglo XVIII, de autoría anónima, para recibir a sus hermanos. Una Madre llena de dolor vela a su Hijo luciendo la saya “de los calvos”, y es que es Semana Santa en Chucena.
Magia para Chucena, magia para un pueblo que el Jueves por la noche abre las puertas a la vida y al silencio, desde la Parroquia de la Estrella se pone a las 21,00 horas la cruz de guía en la calle, túnicas blancas con cíngulos, antifaces y capas morados y el escudo que representa a la Hermandad en el hombro izquierdo de sus Hermanos.
A la voz del capataz Francisco Monge un Cristo seguido por su Madre, Nuestra Señora de los Dolores, comenzará su andadura, Plaza de la Coronación, Plaza de Andalucía, Calle Manzanilla y Virgen del Carmen, Torralba, Calleja de la Viuda, Santo Tomás, Calle Nueva y Pozo.
Y a eso de media noche cuándo se presagie el peor de los finales para el que fue negado tres veces, Madre e Hijo se encontrarán ante los ojos de cuatrocientos hermanos, fieles, devotos y un pueblo que tras siglos de Historia sigue viendo al Cristo de Burgos, Nuestra Señora de los Dolores y Santa María Magdalena recorrer las calles de Chucena.
Un paso en silencio acompañado por los destellos de la noche y una Virgen acompañada por la Banda de Hermanos Niños de Moguer.
Domingo de Resurrección en Chucena, Dios ha resucitado y Chucena lo venera, poniendo fin así a una semana de pasión en el pueblo que aguarda a uno de los cinco cristos de Burgos existentes en España. El Santísimo Sacramento recorre las calles de Chucena para celebrar la Resurrección del Señor que tres días antes moría en la Cruz por nosotros.
Historia cofradiera de Chucena
La historia cofradiera de Chucena se remonta a la memoria de misas y cultos fundados en la parroquia desde el año 1.775 al 1.860, se conoce que existió, entre otras, una Cofradía de la Sangre que más tarde pasó a ser denominada de la Soledad. Con la Desamortización aparece una Cofradía del Salvador que pudiera ser la continuación de ésta, sin que se tengan datos precisos que lo confirmen.
La Hermandad que se ocupa de los actos de culto y de la procesión del Jueves Santo de Chucena fue creada en el año 1.954. Según data, los años anteriores a la fundación de esta cofradía era la parroquia quien se ocupaba de sacar una procesión durante la Semana Santa chucenera.
«Son distintas las conjeturas que existen respecto a la llegada de este peculiar crucificado al pueblo de Chucena. El encargo y la adquisición de la imagen hubo de realizarse a través del Cabildo Catedralicio de Sevilla, de quien dependía la Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella.
Quizás fueran los burgaleses que, por Privilegio real, vienen a ocupar el Reino de Sevilla tras la conquista cristiana hacia el siglo XIV los que solicitan la talla, o bien castellanos beneficiados por el rumbo de sus negocios en la próspera capital sevillana, puerto de las recién descubiertas tierras americanas en el siglo XVI y siguientes.
«Lo único claro por su titularidad, es que se trata de una aventajada copia renacentista del famoso Cristo burgalés de San Agustín, obra realizada en madera, forrada de piel de vacuno y con uñas y pelo natural, de mediados del siglo XIV, que pasó a venerarse en la Catedral castellana tras la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX».
La talla sinónima existente en la sevillana Parroquia de San Pedro, sí tiene autor y fecha concreta, Juan Bautista Vázquez “El Viejo” en 1573, por lo que resultaría lógico, por proximidad, atribuirle también la ejecución de la talla chucenera, al menos así lo afirman los historiadores García de Guzmán y García Reyes.
Mientras historiadores González Gómez y Carrasco Terriza lo emplazan en el llamado “Círculo de Pedro Roldán, pero ya en pleno siglo XVII, cuando la vecina población de Alcalá de la Alameda, era un floreciente Marquesado que, incluyendo Chucena y otras poblaciones, entronca con la Casa Ducal de Medinaceli.
El Cristo de Burgos que a día de hoy procesiona cada Jueves Santo por Chucena, es conocido cariñosamente por sus vecinos como “El Cristo de las Enagüillas», por la especie de faldellín que cubre las piernas del crucificado».
Estos últimos párrafos están recogidos por el diario Huelva Buenas Noticias, en un artículo que data de 2016, y en cuya autoría se menciona a Ramón Franco Sánchez.
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