El usuario que accede estos días a la sala de lectura de la Biblioteca Central de la Universidad de Huelva es recibido por el rey Alfonso X. Junto al mostrador de préstamos se ha instalado uno de los ‘avatares’ con los que es posible fotografiarse, previa descarga gratuita de la app correspondiente.
Tras la escultura virtual del ‘rey Sabio’ la Biblioteca universitaria exhibe parte de sus fondos bibliográficos relacionados con el monarca y, de manera destacada, el facsímil del códice de Florencia de las Cantigas de Santa María de Alfonso X.
En efecto, la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze conserva uno de los códices de las Cantigas del ‘rey Sabio’ que inicialmente estuvieron en la Catedral de Sevilla. Este en concreto pasó en el siglo XVII por las manos de dos importantes bibliófilos sevillanos: Alfonso Silíceo y Juan Lucas Cortés. A la muerte del segundo en Madrid, en 1701, sus libros fueron vendidos en almoneda.
Allí pudieron comprarlos distintos personajes europeos que se dieron cita en la capital con motivo de la coronación de Felipe V. Sea como fuere, el manuscrito acabó en Italia y se conserva actualmente en Florencia.
Este códice, ricamente decorado, contiene el texto de una cantiga cuya acción se desarrolla en Ayamonte y, junto al texto, la ilustración correspondiente, en seis viñetas que no llegaron a terminarse. Están también en blanco las líneas que debían contener la explicación de cada dibujo. La cantiga en cuestión cuenta que en Ayamonte, “tierra abundante de perdiz y de conejo” había una iglesia dentro del castillo, “ni bien hecha ni hermosa”, sino “pequeña y muy pobre”, y carente de casi todo, aunque con una campana como convenía a la población.
El día de Santa María de agosto entró allí un “hombre bueno” que decidió bordar los paños del altar, pero que no tenía hilos para hacerlo. Milagrosamente, los hilos aparecieron sobre su hombro y pudo arreglar y adornar el paño en honor a la Virgen.
En las ilustraciones que acompañan a la cantiga observamos una representación idealizada de Ayamonte y lo que parece más una cerca urbana almohade que un castillo, con la capilla en su interior. Sobre la puerta de acceso se representa la campana. En la techumbre faltan tejas, como signo de pobreza y abandono. Junto a las murallas, vemos los conejos y las siluetas de las perdices que menciona el texto.
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