“Calles estrechas, casas encaladas, marchas lentas y la Gloria de Escacena que vive su semana de penitencia como Jesús y María vivieron.”

Señor del Cementerio, Viernes de Dolores, la Semana Santa se abre paso en un pueblo pequeño, lleno de fe y tradición que vive cada año el calvario, muerte y resurrección de Cristo.

Viacrucis del Señor, acompañado en su crucifixión por un pueblo que venera tras miles de años su muerte por la Humanidad. Casas que levantan altares por las calles que pasa el cortejo para que el Señor del Cementerio pueda realizar su Viacrucis por Escacena.

Se abre paso a un nuevo Jueves Santo, el pueblo abre sus puertas a la primera cofradía de la Semana Santa, la Muy Antigua, Ilustre, Humilde y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, María Santísima de las Angustias en su Soledad, Santo Árbol de la Cruz y San Francisco de Asís pone su cruz de guía en la calle a las 19:30 tras los Oficios.

Un mar de túnicas blancas, capas verdes y antifaces negros inundan las calles de un pueblo lleno de tradición e historia, del patrimonio y corazón escacenero, que a paso lento comenzarán a recorrer las calles del pueblo, que en una tarde llena de primavera y con olor a azahar realizarán su estación de penitencia al son de las marchas de la Banda Municipal de Niebla tras la Virgen, mientras que el Señor al paso de sus costaleros derrama amor por las calles de Escacena en silencio.

Calle Mesón , Plaza de pueblo, calle Rey Juan Carlos,  Cuatro Esquinas, calle Reina Sofía, calle Paterna y calle Virgen de Luna, a la voz de José Lepe, Antonio Ángel Escobar y Francisco Ojeda, un mar de corazones serán los pies de un Señor y  una Madre que llena de dolor por ver a su hijo en la Cruz habrán derramado fe y esperanza un año más por Escacena cuando enfilen la última calle buscando la Parroquia del Divino Salvador.

Y a eso de media noche, cuando la luna del Jueves Santo alumbre las calles de un pueblo que lleno de nostalgia e inundado de amor acompañará a su cristo de la Vera Cruz y a la Virgen de María de las Angustias en su Soledad de vuelta a su Iglesia, habrá concluido una nueva estación de penitencia para la Hermandad de la Vera Cruz.

Una primitiva hermandad de la Vera Cruz datada anteriormente al siglo XVIII es la antecesora a la actual, de la que se tiene constancia de la primera reunión 1767, aun así la primera noticia contrastada data de 1603, registrada en la notaria de la ciudad condal de La Palma.

Hermandad muy vinculada al Convento Franciscano de San Antonio y cuya primera advocación fue María Santísima de la Soledad en sus Angustias.

La propia Historia de la Hermandad cuenta que, tras la Guerra Civil, pues en los disturbios desaparecieron las imágenes, un grupo de fieles junto al Párroco organizaron un triduo en honor del Santo Cristo de la Vera Cruz, tomando como imagen la del Señor del Descendimiento, que podía disponerse como crucificado, manteniendo así al tradición, devoción y advocación hacia la Hermandad de la Vera Cruz.

Tras la aportación económica del pueblo de Escacena y diferentes fieles y devotos, se encarga al imaginero sevillano Rafael Barbero Medina, la actual talla del Cristo de la Vera Cruz. Un tiempo después el propio Rafael Barbero donó a la Hermandad la imagen de la Dolorosa que acompaña al Cristo, que toma la advocación de la Soledad.

La Madrugá

Un señor con la cruz a cuestas baja a paso lento y silencioso la rampa de la calle Sol a eso de las cinco de la mañana, comienza la estación de penitencia de la Antigua y fervorosa Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Virgen del Monte Carmelo, Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de los Dolores.

Un Nazareno en silencio es acompañado por sus penitentes vestidos con túnicas moradas abrochadas con botones negros y cinturones de esparto, que lentamente y al compás de la de la voz de José Lepe Pascual y Juan Francisco López acompañarán al Señor con los pies de sus costaleros con el paso lento de la noche y la devoción del pueblo.

Despacio y llena de Dolor viene detrás una Madre que acompaña a su Hijo en su recta final, no la dejan sola sus penitentes que, con túnicas moradas, cinturones dorados y antifaces blancos, representando su pureza, no abandonan a una Madre que va camino del Calvario.

Calle Virgen de Luna, calle Paterna, Reina Sofía y cuatro esquinas, a la voz de su capataz Antonio Vázquez irá muy despacito la Virgen de los Dolores derramando esperanza, y cuando llegue a la Plaza del Pueblo con las claritas del día, acompañada por la Banda Municipal de Aznalcóllar, subirá la calle Mesón a paso lento detrás de su Hijo al que no deja solo en el recorrido.

Data en la Historia del pueblo que la primitiva Hermandad se funda en el Convento de Santa María de Luna, que estaba separado del pueblo en le misma distancia que el Calvario del Monte Gólgota, y cada Viernes Santo se realizaba un viacrucis.

Con la evolución de los años, y del tiempo, el Convento se traslada al pueblo de Escacena, concretamente a la calle Manzanilla y por consiguiente a la Iglesia. De hecho, la Virgen de los Dolores llega más tarde, pues la titular primitiva es la Virgen del Carmen. Al igual que más tarde se fusionaría con la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús.

José Montes de Oca fue el escultor del Jesús primitivo, del cual el actual Padre Jesús, de Juan Manuel Rodríguez, conserva los bordados dorados de aquella túnica.

El boche final

Data de finales del siglo XVI la Muy Antigua, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Sagrado Descendimiento de Nuestro Señor, Santo Entierro de Cristo y Soledad de María Santísima en el pueblo de Escacena.

En un solo paso se representa la piedad de María con su Hijo en los brazos tras ser bajado de la cruz por los apóstoles aquel Viernes Santo en el Calvario.  Por ello Escacena, venera cada Viernes Santo a una Madre que en su Soledad vela a un Hijo muerto, el cual no sabe que pronto resucitará.

El luto se hace presente en el pueblo de Escacena, el Señor ha muerto y su Madre llora, túnicas negras y antifaces negros portan los penitentes que acompañan en este tránsito al Señor del Santo Entierro.

A las ocho de la tarde, en una primavera que pronto volverá a florecer porque el Señor resucitará para llevar a la Gloria a la Humanidad, la Cruz de Guía de esta Hermandad saldrá por la puerta del Templo, bajando lentamente y en silencio por la calle Mesón.

A la voz de Manuel Fadrique Salazar los costaleros del Santo Entierro recorrerán bajo sus trabajaderas las calles del pueblo que siguiendo el itinerario tradicional volverán por calle Virgen de Luna tras haber derramado gracia al pueblo de Escacena.

Y a eso de las doce, cuando la luna de la primavera alumbre una puerta de la Parroquia oscura, el pueblo comenzará a celebrar la Resurrección de un Señor que pronto bajará de los cielos para demostrar como hace años que no se debe de buscar entre los muertos al que está vivo.

Un pueblo lleno de amor y fe, de sentimiento cofrade y tradición, en el que costaleros, devotos y hermanos miran por sus tradiciones y patrimonio, en la que capataces y contraguías llenan las calles de vida cada primavera para mostrar el calvario, muerte y resurrección del Señor y el dolor de una Madre que independientemente de la advocación llena de fe mariana los corazones de oriundos.

Pese a que este año parezca que no hay Semana Santa, es más Semana Santa que nunca pues la situación nos está llenando de lecciones, fe, amor y devoción. Por ello, la Iglesia del Divino Salvador mantendrá las puertas abiertas durante los días grandes de Escacena para que fieles y devotos puedan veneran a las imágenes.

¡Feliz Semana Santa! Diferente, pero no menos especial.

4 comentarios en «La Semana de Pasión de Escacena»

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