Un nuevo Rocío ha concluido, la Romería 2024 está finalizada y solo faltan horas para que las últimas hermandades lleguen a sus lugares de origen. 

Los sombreros al soberado, los trajes limpios y planchados, las flores ya se han repasado y han perdido el polvo del camino vivido. El caballo está en la cuadra y el peregrino aun reposa las heridas de andar con su carreta.

La Aldea ha quedado callada porque han partido todas las carretas, y las hermandades que están en el camino rezan viejas plegarias que les trasladan a los momentos vividos. El peregrino camina a paso tranquilo y va haciendo las cuentas, de los días que quedan hasta que un tamboril vuelva a tocar al alba y despierte al rociero para salir muy de mañana al próximo camino.

Un nuevo pentecostés vivido queda en los adentros de todos los romeros y de las 127 filiales que han peregrinado hasta el Rocío, acompañadas de ahijadas y gente que no abandona la fe a esta devoción que mueve el mundo entero.

Un año más el sueño ya se ha cumplido, todos los anhelos se han visto prendidos y la Virgen ha vuelto a derramar fe y sentido a todo hasta el que Ella ha caminado para quedarse enamorado de su Rocío.

Rocío es el sentimiento que aflora por primavera pero que vive un año entero en el corazón del que lo sueña, y deshoja el almanaque cada noche para descontar los días que van quedando para volverse a encontrar con la carita divina de la que está en ese altar.

Rocío es la palabra de todo el que se ampara en la fe universal, que en los parajes de Doñana hasta el agua quiere reflejar. Es la vida sumida en un verso y es fe y amistad.

Rocío son los bueyes y el boyero, el corazón de un pueblo entero que año tras año no deja de andar. Es la vida y el tormento de una Junta de Gobierno que lucha por volver a llegar el viernes o el sábado con su carreta y poder decir “Señora, aquí estamos un año más”.

Rocío es una Misa de Campaña o Misa de Alba, celebrada al despuntar la mañana. El tamboril hace de campana llamando a los romeros a la celebración de la vida, cuando el sol comienza a salir por un horizonte de pinos.

Rocío es la vida misma, es esa familia que no deja de guardar en una vieja alcancía para poder sufragar siete días de romería, sin lujos ni grandes viandas, pero que tienen una meta fija: acompañar al Simpecado que durante todo el año con celo luchan por guardar.

Solo queda soñar con volver, con vivir de lo vivido, con alimentar el sueño con el que te quedas dormido. Al pasar por los caminos yo vi llorar a los pinos… y se hace noche callada en mi alma dolorida, cuando se escapa mi vida tras la luz de tu mirada”.

La fe y la esperanza, la espera de un año entero harán que está fe universal hacía la Virgen y el Pastorcito no caiga en balde ni en tierras desiertas.

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