La Virgen del Rocío ha acompañado en su pecho a Carolina Marín durante estos juegos olímpicos 2024.
Carolina Marín, reconocida por su devoción a la Virgen del Rocío, ha llevado siempre consigo símbolos de su fe en momentos cruciales de su vida deportiva. Tras ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016, Marín ofreció su presea a la Virgen del Rocío, reflejando así su profundo agradecimiento y amor por la Patrona de Almonte. En esos juegos, la onubense lució pendientes con la silueta de la Virgen, un detalle que no pasó desapercibido, y pese a no correr con la misma suerte podemos afirmar que la fe esta para ello, para saber sobrellevar los sin sabores de la vida.
De hecho, la determinación y el talento de Carolina Marín, junto con su profunda devoción religiosa, han sido una constante en su carrera deportiva. Aunque la suerte no estuvo de su lado en la reciente competición, la onubense demostró una vez más su fuerza y su inquebrantable fe.
En 2015, tras proclamarse campeona del mundo de bádminton, Marín confesó que siempre lleva consigo una medalla de la Blanca Paloma. «Cuando estás fuera de casa, estas cosas suelo echarlas más de menos, porque mi Virgen del Rocío siempre la llevo conmigo», afirmó la campeona, subrayando la importancia de su fe en su vida y carrera.
El caso de Carolina Marín no es único en cuanto a la combinación de fe y deporte. Recientemente, el seleccionador nacional de fútbol, Luis de la Fuente, también mostró abiertamente su creencia religiosa durante la celebración de la Eurocopa 2024, que terminó ganando el combinado nacional.
La historia de Carolina Marín es un testimonio de cómo la fe y la devoción pueden ser una fuente de fuerza y motivación en el deporte de élite. Su espíritu indomable y su amor por la Virgen del Rocío continúan siendo un faro en su camino hacia el éxito.